(...) Pero ya el canal es panameño y para un pueblo acostumbrado a olvidar su historia, no tiene mayor sentido escribir sobre una cerca que dividía al país; sobre niños que no podían cosechar los mangos que se perdían putrefactos, todo porque estaba prohibido a los panameños disfrutar de su sabor. Y con el cumplimiento de la consigna que animó a la literatura del siglo XX, la literatura del siglo XXI perdió el norte y la razón para ser un corpus cohesionado; pasó del discurso colectivo a la razón individual. Y eso no es más que un síntoma que se hace evidente en la literatura, pero que es una enfermedad nacional.Le invitamos a leer el artículo completo de David Robinson Orobio [[AQUÍ]].
¿Acaso es que no hay problemas? Claro que los hay, lo que no existe es un proyecto de sociedad aupado por las fuerzas vivas de la nación y cuyo discurso sea articulado por los escritores y las escritoras panameñas.
Un connotado comunista panameño afirmó que la democratización de Panamá debía ser la nueva bandera que nos uniera a todos y a todas. Pero quien se impuso en mi patria fue la egocracia y ella es más motivo de descomposición que de unión y arreglo. Y ese síntoma se refleja en el mundillo literario, tanto, que parece imposible organizar un gremio de escritores y escritoras. (...)
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UN VISTAZO A LA LITERATURA PANAMEÑA
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